Otra parte del ciclo del oxígeno es su conversión en ozono. Las moléculas de O 2 activadas por las radiaciones energéticas de onda corta se rompen en átomos libres de oxígeno, que reaccionan con otras moléculas de O 2, formando ozono (O 3). Esta reacción de formación de ozono es reversible, de tal forma que el O 3, al absorber radiaciones ultravioletas, vuelve a convertirse en O 2. La capa de O 3 es una capa protectora que recubre a la estratósfera e impide el paso de la radiación ultravioleta que proviene del Sol.
Seguramente has escuchado sobre el adelgazamiento de la capa de ozono (en 1999), a la que se llegó a llamar “agujero de ozono”. Pero, ¿por qué nos alarmamos por la reducción del ozono? La capa de ozono es nuestro escudo protector (sin él llegaría directamente a la Tierra más radiación ultravioleta y causaría más alteraciones en la información genética, mutaciones, cáncer de piel, cataratas y debilitamiento del sistema inmunológico). Además, afecta al proceso de fotosíntesis y si el fitoplancton baja su actividad productora de oxígeno podría alterar la composición de la atmósfera.
En la reacción de formación de ozono, en forma natural el O 2 tiende a reaccionar con el óxido de nitrógeno para formar nuevamente dióxido de nitrógeno. Sin embargo, fuentes de contaminación provenientes de automóviles y tintorerías arrojan grandes cantidades de hidrocarburos a la atmósfera, con lo que impiden el proceso de reversión, ya que el óxido de nitrógeno reacciona más fácilmente con los hidrocarburos. Por tal razón, el ozono se acumula en la troposfera y alcanza concentraciones que lo hacen nocivo para la salud, causando irritación de los ojos, superficies mucosas de las vías respiratorias y lesiones en los pulmones.
