Resistencia ambiental son los factores físicos y biológicos que impiden a los organismos alcanzar su potencial biótico.
Se clasifican en intrínsecos y extrínsecos.
Los extrínsecos, como el clima, el suministro de alimento, los contaminantes y las enfermedades, limitan el crecimiento de la población. Las fuertes lluvias, heladas y sequías reducen el tamaño de las poblaciones; las plantas consiguen sobrevivir a las condiciones del invierno entrando a un periodo de latencia donde pierden las hojas y reducen drásticamente las actividades metabólicas. En el caso de las aves, migran grandes distancias para encontrar alimento y un clima hospitalario. Las actividades humanas también limitan el crecimiento de las poblaciones. La destrucción de hábitats provocados por la construcción de carreteras y complejos habitacionales ha eliminado grandes poblaciones de perros de la pradera y ha dejado al borde de la extinción a especies como el cóndor americano y el oso panda en China.
Los factores intrínsecos se generan dentro de los miembros de una población, limitando su crecimiento. Incluyen las enfermedades, la territorialidad, la tensión social, el parasitismo, la depredación y la competencia intraespecífica.
Ésta última determina, tanto en plantas como en animales, a los organismos “triunfadores”, y es el último factor que se presenta entre los organismos cuando se disputan los mismos recursos, los cuales no se encuentran en cantidades suficientes para satisfacer sus necesidades. En el caso de las plantas compiten por luz y nutrientes y en el caso de los animales por alimento y refugio.