La electricidad participa en muchos de los experimentos de los cuales se derivó la teoría de la estructura atómica. Los egipcios fueron los primeros en notar que los objetos pueden tener carga eléctrica, ya que al frotar ámbar con lana o seda, atraía pequeños objetos. Tú lo puedes observar si frotas un globo sobre tu cabello y después lo acercas a tu cabeza: se paran los cabellos. Además, alguna vez, al tocar a una persona, se habrán dado “toques”. Benjamín Franklin descubrió dos tipos de carga eléctrica y les dio el nombre de positiva y negativa por ser opuestas y también concluyó de que están balanceadas, es decir, si hay una carga positiva, debe haber una negativa.

Para conocer la estructura del átomo se hicieron muchos experimentos y el primero que condujo a un modelo fue el realizado por J. J. Thomson. Estudió la descarga eléctrica que se produce dentro de tubos, a los cuales se le retira la mayor parte de aire, llamados tubos de rayos catódicos y que contienen dos electrodos metálicos. Al aplicar una descarga eléctrica, observó que entre los electrodos fluye un rayo catódico del electrodo negativo (cátodo) al electrodo positivo (ánodo). Este rayo viaja en línea recta, lo que ocasiona que los gases brillen, calienta los objetos metálicos al rojo vivo, luego se desvía por un campo magnético y es atraído hacia las placas con carga positiva. Como los rayos catódicos son repelidos por el cátodo y atraídos por el ánodo, concluyó que son partículas negativas llamadas hoy en día electrones y se abrevian e-.

El descubrimiento del electrón como una partícula subatómica negativa planteó numerosas preguntas. Si los electrones se encuentran en todos los átomos, ¿por qué éstos son neutros?, si toda la materia tiene carga negativa, ¿por qué al tocar cualquier cosa, no se recibe una descarga eléctrica? Así como éstas, muchas preguntas más llevaron a los científicos a suponer que en el átomo había partículas con carga positiva. Así surgió el primer modelo para explicar la estructura del átomo: el modelo del budín de pasas de J. J. Thomson, que toma su nombre del tradicional postre inglés. Dedujo que el átomo debía ser una esfera de materia cargada positivamente, en cuyo interior estaban incrustados los electrones. Los electrones con carga negativa (pasas) inmersos en el budín que es la materia uniforme con carga positiva. (Para nosotros el arroz con leche y pasas es un símil del budín).
