Glucogénesis, glucogenólisis y gluconeogénesis
La sustancia central del metabolismo es la glucosa. Todos los organismos autótrofos, no importa si son bacterias, algas o plantas, sintetizan glucosa a partir del CO2, la cual posteriormente entra a diferentes rutas metabólicas que la transforman en ácidos grasos o aminoácidos o bases nitrogenadas o la destruyen y emplean como fuente de energía. Así pues, cualquier biomolécula que haya producido un organismo autótrofo es, en última instancia, un derivado de la glucosa.
En consecuencia, los organismos heterótrofos, cuya fuente de sustancias orgánicas son las plantas, también dependen de la glucosa, a pesar que puedan necesitar de otros tipos de compuestos.
La mayor parte de la glucosa que ingieren los animales va a emplearse como fuente de energía. Prácticamente, cuanta molécula de este azúcar entra al organismo es destruida por completo y su energía se transfiere al ADP para formar el ATP.
El aporte de este combustible llega a las células a través de la sangre y las células de inmediato le extraen la energía. Solamente dos órganos almacenan glucosa convirtiéndola en el polisacárido ramificado característico de los animales, el hígado y el músculo captan los azúcares provenientes de la digestión y los convierten en glucógeno.
En los periodos de ayuno, los hepatocitos desdoblan el glucógeno hasta glucosa y la devuelven a la sangre de acuerdo a las necesidades celulares. El otro órgano que almacena glucógeno, pero en este caso para su uso exclusivo, es el músculo que lo emplea como fuente de energía durante el ejercicio.