Niels Bohr propuso sus postulados con base en un modelo del átomo de hidrógeno. En este modelo los electrones giran en órbitas circulares alrededor del núcleo; los electrones ocupan la órbita de menor energía posible, o sea la órbita más cercana posible al núcleo. Estas órbitas determinan diferentes niveles de energía. El electrón puede acceder a un nivel de energía superior, para lo cual necesita "absorber" energía. Para volver a su nivel de energía original es necesario que el electrón emita la misma energía absorbida.

Seguramente alguna vez se te ha caído un poco de sal de mesa sobre la hornilla de tu estufa y has visto que cambia de color a un amarillo intenso y ¿Te has preguntado por qué? Lo que ocurre para que haya este cambio de color en la flama es que los electrones de sodio absorben energía cuando la sal de mesa cae sobre la flama de la hornilla.
Por ello pasan a niveles de energía más altos. Sin embargo, no pueden permanecer en esa posición, ya que es un estado muy inestable, así que inmediatamente regresan a su estado original, emitiendo la misma cantidad de energía que absorbieron en forma de luz a una longitud de onda determinada. Y lo que vemos nosotros es ese color amarrillo intenso.
Bohr describió el átomo de hidrógeno con un protón en el núcleo, y girando a su alrededor, un electrón. Para explicar su modelo atómico presentó los siguientes postulados.
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El electrón del átomo de hidrógeno puede existir solamente en ciertas órbitas esféricas, las cuales se llaman niveles o capas de energía. Estos niveles de energía se hallan dispuestos concéntricamente alrededor del núcleo. Cada nivel se designa con una letra (K, L, M, N, ...) o un valor de n (1, 2, 3, 4, ...).
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De acuerdo al modelo de Bohr, se puede entender a los átomos como un sistema solar en miniatura. Por supuesto, hay una gran diferencia, el tamaño de un átomo es alrededor de la cienmillonésima parte de un centímetro, mientras que la órbita de Plutón está a una distancia de unos seis mil millones de kilómetros del Sol.