Construir y destruir moléculas es la dinámica de la vida. Los sistemas vivos constantemente toman y transforman materia y energía del entorno, con lo que generan nuevas estructuras o reponen las gastadas y compensan el desorden y la destrucción que es a lo que tiende todo en el universo.
El conjunto de todas las transformaciones de energía, y por tanto de materia, que hay en el organismo constituye el metabolismo (del griego Metaballo=transformar), el cual se integra en dos procesos antagónicos pero complementarios e inseparables: anabolismo y catabolismo, construcción y destrucción.
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El diagrama anterior representa el motor de las transformaciones energéticas, en el que dos coenzimas, el ATP y el NAD, actúan de lanzaderas energéticas tomando y cediendo cantidades discretas de energía en reacciones exergónicas y endergónicas (también conocidas como exotérmicas y endotérmicas) que se llevan a cabo en el interior de las células. En el terreno biológico se prefiere esos términos, en lugar de endotérmico y exotérmico, porque hacen referencia a otros tipos de energía cinética.
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Si bien los procesos que llevan a la destrucción de las moléculas y a la liberación de su energía potencial son comunes a todos los organismos eucariotas, su capacidad de síntesis es diferente. La primera distinción reside en la capacidad de aprovechar el CO2 como fuente de carbono, que sólo se encuentra entre algas, plantas y ciertos procariotas. A estos organismos autótrofos, se contraponen los heterótrofos, incapaces de sintetizar azúcar usando CO2.
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Una vez que el organismo cuenta con azúcar, la capacidad de síntesis varía de una especie a otra. Esto es muy notable entre los heterótrofos; hay hongos que pueden sintetizar cualquier sustancia orgánica a partir del azúcar, en cambio los mamíferos necesitan una gran variedad de sustancias orgánicas. Entre los autótrofos, las diferencias se presentan en la producción de ciertas sustancias especializadas con que estos organismos han solucionado ciertos retos de su entorno, como la digitalina con la que la dedalera (Digitalis purpurea) se defiende de ataques de animales.
Hay que tener en cuenta que en cada reacción química hay una enzima que la controla y que cada enzima es producto de la acción de uno o más genes. Por tanto, la capacidad de sintetizar o de poder utilizar o no unas u otras sustancias, es heredada y varía de unos organismos a otros. Un ejemplo es la capacidad de síntesis de la vitamina C que tienen la gran mayoría de organismos incluyendo a los mamíferos, pero de la que carecen los humanos y los cuyos. Por esta razón, en los largos viajes de circunnavegación, los marineros morían de escorbuto, en tanto las ratas proliferaban.
Las capacidades metabólicas de las especies reflejan la evolución y con ello los cambios sufridos a partir del ancestro común. Las transformaciones, que culminan con la construcción de nuevas moléculas –igual que las que llevan a la destrucción y liberación de su energía– siguen un orden preestablecido hasta obtener un producto específico, de ahí que se conozcan como rutas o caminos o vías metabólicas (conjunto de reacciones que sigue una secuencia y culmina con un producto necesario para la supervivencia del organismo).