Una de las formas privilegiadas de acceso al conocimiento es la lectura. Esta se constituye como una actividad que se realiza por diferentes propósitos y de distintas maneras. Por ejemplo la primera lectura de un texto proporciona una visión global e imprecisa de lo que se dice, y en el mejor de los casos, la información sólo podrá repetirse pero se olvidará inmediatamente.
La lectura analítica en cambio se realiza a partir de la segunda o tercera lectura. Permite al lector obtener un buen conocimiento del texto y una mejor comprensión de lo que éste dice.
Para realizar una lectura analítica es muy importante considerar que no hay textos puros porque no son cien por ciento narrativos, expositivos o argumentativos, sino que van adquiriendo identidad y sentido de acuerdo con el propósito del autor. Cuando él tiene clara la intención de lo que quiere decir o escribir, irá insertando en su texto diversas secuencias o estrategias que irán reforzando el sentido discursivo que quiere comunicar (cfr. Gracida y Ruiz, 2004: 36). Estas estrategias ayudan a lograr un mejor entendimiento de lo que leemos.
La lectura analítica, cuya intención es llevar al lector al procesamiento de información en sus distintos niveles de profundidad, se constituye básicamente por tres etapas:
- Reconocimiento de la estructura general
- Análisis de la información
- Apropiación de la información
