De acuerdo con datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), uno de cada ocho adultos es obeso, y una de cada tres mujeres en edad reproductiva padece anemia, y durante el año 2017 más de 821 millones de personas sufrían de desnutrición crónica1.
Desafortunadamente en México es posible constatar esta cruda realidad. Seguramente te ha tocado en alguna ocasión encontrarte con personas que piden ayuda o limosna para poder alimentarse ellos mismos y a su familia. O quizás conoces a alguien que padece obesidad, lo cual nos habla de la alimentación baja en nutrientes que muchas veces prevalece entre los mexicanos.
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Los problemas asociados con la adecuada nutrición y el respeto a uno de los derechos humanos más esenciales, como es el derecho a la alimentación, sin lugar a duda deben considerarse como prioritarios.
A través del objetivo dos: Hambre cero, la ONU busca justamente dirigir los esfuerzos para lograr que en el año 2030 estén eliminadas todas las formas de hambre y desnutrición en el mundo.