Los océanos cubren las tres cuartas partes de la superficie de la Tierra, contienen el 97 por ciento del agua del planeta y su temperatura, composición química y biodiversidad sin duda son un componente esencial para la vida como la conocemos. Este recurso es vital para la humanidad y su gestión integral podría ayudar a contrarrestar los efectos del cambio climático. Es por esto que resulta necesario tener una meta para el desarrollo sostenible enfocada completamente en la preservación de los océanos.
Los océanos proveen servicios ecosistémicos a la sociedad más allá de su valor intrínseco. Los servicios ecosistémicos son componentes de los ecosistemas que son directa o indirectamente útiles para las personas y su bienestar1, y dentro de estos servicios se encuentra el recreativo siendo una fuente muy importante para el turismo, como materias primas para la alimentación y energía al ser el sustento de hasta 3,000 millones de personas, como regulación de toxinas ambientales absorbiendo hasta el 30% del dióxido de carbono proveniente de la actividad humana y la provisión y regulación de los ciclos nutrientes y la regulación del clima local2.
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A pesar de lo anterior, se calcula que 30% de las poblaciones de peces son sobreexplotadas por la pesca y que la contaminación marina ha llegado a niveles alarmantes donde, por kilómetro cuadrado, se estima que se encuentran 13,000 trozos de desechos plásticos3. La diversidad marina también se ha visto gravemente afectada. Por ejemplo, aproximadamente 20% de los arrecifes de coral han sido destruidos, 24% están en peligro inminente y 26% más están en riesgo a largo plazo4.
Es por ello que el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 14 “Vida marina” se propone conservar y utilizar sosteniblemente los océanos, los mares y los recursos marinos2.