Francia inició su expansión colonial en América en el siglo XVI. Tres momentos destacan en el proceso colonizador francés: los inicios, desde el siglo XVI hasta mediados del XVII, que dieron origen a los primeros asentamientos coloniales; el esplendor, que corresponde a la formación del primer imperio colonial, desde mediados del siglo XVII hasta 1714; y la decadencia relativa, de 1714 a 1763, en que Francia pierde los dominios continentales y centra su poder colonial en las Antillas.
A fines del siglo XVI, Francia era la nación europea más poblada y contaba con un estado monárquico fuerte. Inició la expansión, hacia el Oriente (India) donde estableció asentamientos comerciales. Más tarde, mercaderes y aventureros franceses se lanzaron hacia las tierras americanas. Las expediciones de exploración iniciadas en 1537 en Canadá alcanzaron su auge en el siglo siguiente, con el florecimiento del mercantilismo y de la monarquía absoluta representada por Luis XIV.

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Se colonizó la cuenca del Misisipi, las islas del Caribe (Martinica, Guadalupe, Santo Domingo), donde se establecieron colonias de plantación de azúcar, algodón y añil, cultivos trabajados con mano de obra esclava. Este periodo coincidía con el debilitamiento del imperio español. Según Jean Baptiste Colbert, ministro de Louis XIV, “los productos franceses sin problemas ni riesgos abren el camino para que los metales preciosos de las colonias de América afluyan a Francia”.