Imperio inglés s. XIX. Las sociedades geográficas y los exploradores

La reina Isabel I sentó las bases del Imperio inglés, apoyó la fundación de colonias, pero también la piratería y la exploración.

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Imperio inglés s. XIX. Las sociedades geográficas y los exploradores

A pesar de que las 13 Colonias de Norteamérica obtuvieron su independencia en 1776, Inglaterra mantuvo su crecimiento económico, industrial y su supremacía naval, de hecho durante el siglo emprendió el mayor proyecto colonial de que se tenga memoria. Durante los gobiernos de Guillermo IV (1830 – 1837) y Victoria (1837 – 1901), Inglaterra vivió importantes transformaciones fruto de los avances tecnológicos del siglo XVIII (la máquina de vapor, aplicación del carbón a la fundición de hierro, el uso de la hulla) el desarrollo de sus industrias metalúrgica, naviera, del transporte (ferrocarriles y canales), textilera y química (jabones y velas) fortalecieron su economía. Este desarrollo requirió cuantiosos capitales y nuevos métodos de inversión, por lo que el sistema bancario se transformó. Inglaterra se encontró ante la posibilidad de extender sus dominios y comenzó una intensa colonización de otros territorios.

A la par del avance económico comenzaron las transformaciones sociales. La fisonomía y funcionamiento de ciudades y regiones como Londres, West Midland, Zona negra, Clydeside, Lancashire y Manchester, entre otras, cambiaron radicalmente. Estos centros industriales albergaron a cuantiosos inmigrantes del campo que huían de una prolongada crisis en las actividades agrícola y ganadera, así como a una creciente población, que desde finales del siglo XVIII se había elevado a números inusuales.

Centros Industriales ingleses a mediados del siglo XIX

Es en ese contexto que el proyecto colonial inglés tomó nuevos bríos, y fue determinante para dar origen al Segundo imperio. Esta nueva etapa en el ámbito económico estuvo acompañada necesariamente de importantes sucesos políticos. El gobierno inglés, basado en una monarquía parlamentaria, sufrió una transformación a raíz de la reforma electoral de 1832, que amplió el derecho al voto a una mayor población urbana, privilegio antes exclusivo de un número reducido de terratenientes aristócratas. El Parlamento escuchó entonces las voces de comerciantes e industriales interesados en la búsqueda de nuevos mercados. Un sistema bipartidista se definió desde los inicios de la era victoriana: los whigs, liberales burgueses, no anglicanos, y  los tories, conservadores, terratenientes, aristócratas y la Iglesia anglicana. Los primeros ministros del siglo XIX y principios del XX representaron a ambas corrientes.

Esta nueva etapa en el ámbito económico estuvo acompañada necesariamente de importantes sucesos políticos. No obstante las tendencias políticas, para Inglaterra quedó clara la importancia de consolidar su desarrollo industrial a través de la expansión colonial a fin de dominar el tráfico de las rutas marítimas, asegurar la importación de las materias primas necesarias para su industria y encontrar mercados de exportación. Para mediados del siglo XIX, la Gran Bretaña poseía importantes colonias que le brindaban riquezas y eran clave en las rutas comerciales de la época: Canadá, la Guyana, parte de las Antillas, parte de la India, Australia, Costa de Oro y Sudáfrica, principalmente.

A partir de 1860, Gran Bretaña, con una economía pujante, se preocupó por invertir menos en Europa y extender sus dominios en África, Medio Oriente y América, así como reforzar y ampliar los ya existentes. Los argumentos de dicha expansión colonial fueron los mismos que utilizaron las demás potencias europeas: apertura de mercados, indispensables en el crecimiento de la industria moderna; inversión de los capitales generados por el propio crecimiento industrial en nuevas empresas, sobre todo de infraestructura; el suministro de materias primas y la adquisición de puntos estratégicos para la navegación, astilleros de reparación, centro de abastecimiento de combustibles y bases de operaciones que brindaran seguridad a las comunicaciones. El lema “El comercio sigue a la bandera” era común en esta nueva fase de crecimiento.

El expansionismo colonial estaba acompañado de una ideología de estado, en el caso británico su idea de superioridad fue la base. La expansión colonial, decían sus promotores, “es una forma de la lucha por la vida, en la cual debe triunfar el pueblo más apto, física e intelectualmente, para estas empresas.” Dichas ideas se acompañaban también del anhelo de “civilizar” a sociedades con un diferente tipo de desarrollo tanto tecnológico como socio-político, lo que consistió en implantar lo que ellos consideraron progresos materiales, políticos y de convivencia social; ejemplo de ello fue la cruzada por la abolición de la esclavitud, la apertura de las universidades de la metrópoli a estudiantes de las colonias y el decreto de medidas en sus posesiones que prohibían o controlaban prácticas culturales, que no eran aceptadas en su código de valores. La época victoriana no sólo pretendía la formación de un gran imperio comercial, sino que buscaba llevar la religión protestante y sus preceptos de libertad a aquellos pueblos del “mundo no civilizado”. Personajes como David Livingstone, misionero y explorador en África,  fortalecieron dicho plan al estar convencidos de la ayuda que brindaban a los aborígenes. La incursión de misioneros en tierras inhóspitas facilitaba la apertura de rutas comerciales, el establecimiento de colonias y la difusión de la civilización occidental.

David Livingstone. Fue uno de los expedicionarios ingleses más sobresalientes en África. Escribió importantes reportes sobre sus viajes, como el titulado “Vida y exploraciones”, los cuales causaron sensación en la sociedad londinense y llamaron la atención sobre el continente negro. El médico y misionero, murió de malaria en 1871.

En Gran Bretaña, como en el resto de Europa, se crearon sociedades geográficas que, a través del reporte de sus exploraciones, dieron a conocer las características y maravillas de países lejanos en África y el Oriente, que fueron tema de inspiración de pintores y novelistas y tema de interés de la opinión pública. Cabe recordar que Inglaterra gozaba de la libertad de prensa y que veintenas de periódicos, accesibles para todos, se publicaban en la isla e informaban de los objetivos del imperio.

La expansión del imperio colonial inglés en África, sobre todo en su parte central, durante el siglo XIX se inició con la incursión a ese continente de múltiples viajeros que se lanzaron a la aventura a fin de conocer y describir tierras hasta entonces inhóspitas para la cultura occidental. Estos hombres aventureros estaban animados, además de sus razones personales, por una Inglaterra colonialista que, después de la abolición de la esclavitud, veía en África un nuevo mundo que ofrecía materias primas, nuevos consumidores, puertos y puntos estratégicos para el comercio, etc. Sin embargo, el primer paso para el desarrollo de estos aspectos fue el conocer las características físicas y humanas del continente negro.

Dicha labor quedó en manos de viajeros que respondieron al clamor de su contexto, a su espíritu de aventura y, en algunos casos, a su deseo de búsqueda de un mundo menos confinado, diferente al suyo, a la sociedad convencional de la Inglaterra victoriana. David Livingstone, Richard Burton, Henry Morton Stanley, John Hanning Speke, James Bruce, James Augustus Grant, Samuel y Florence Baker, Mungo Park, Verney Lovett Cameron, fueron algunos de estos expedicionarios que ayudaron al conocimiento del continente africano. Algunos de estos viajeros pertenecían a sectores acomodados y financiaban sus expediciones, otros recurrían al gobierno, a las sociedades científicas, como la Royal Geographical Society que subvencionó los viajes de Speke, Livingstone y Cameron, a revistas y periódicos especializados o donadores particulares interesados en el tema. No obstante los recursos de la expedición, los largos y difíciles trayectos hicieron que el hambre, las fiebres, la sed, lluvias, sequías, ataque de fieras y muchos peligros, agobiaron a los exploradores tanto blancos como africanos.

Fuente: insert_link Wikimedia.

Las exploraciones de estos viajeros no fueron viajes improvisados, por el contrario, estaban bien organizadas y requerían de un fuerte apoyo financiero. La expedición cargaba: un buen botiquín; un gran equipo de cargadores, guías, traductores y cocineros; armas; artículos de papelería; abarrotes (sal, té, especias, verduras en conserva, aceite, azúcar, etc.); objetos personales (muchas veces caprichos del explorador, como las obras de Shakespeare que Burton leía en su viaje al Congo); material científico (sextante, cronómetro, brújula, telescopio, etcétera), y regalos o tributos como pago a ciertos pueblos para que permitieran cruzar su territorio. La sobrevivencia a estos difíciles viajes, muchas veces llenos de anécdotas exageradas, garantizaba el prestigio y respeto del explorador cuando regresaba a Europa. Era común que brindaran conferencias, que fueran invitados de honor a cenas y bailes o hasta que conocieran a la familia real. La mayoría publicaba en libros o revistas las observaciones de sus travesías, sus diarios de viaje y en algunos casos ilustraciones realizadas por ellos mismos. La importancia de sus trabajos radicó en abrir el camino al colonialismo inglés  y justificar la “civilización” y evangelización del africano.

Autoevaluación

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David Livingstone

Fue un _____________ y _____________ británico que nació en marzo de 1813 en _____________, sur de Glasgow, Escocia. Perteneció a una familia de obreros, sus padres fueron Neil Livingstone y Agnes Hunter. Comenzó a trabajar a los 10 años en una fábrica de textiles de algodón, tenía una jornada de doce horas diarias y debía estudiar por la noche. En 1836 se matriculó en _____________ Hospital Medical School para estudiar _____________ y _____________. Decidió convertirse en un doctor misionero _____________ y embarcarse hacia China, pero estalló la Guerra del _____________, por lo que en 1841 se embarcó hacia a Ciudad del Cabo, _____________. En donde colaboró con el misionero escocés Robert _____________, con cuya hija se casó en 1845.

Livingstone realizó varias expediciones en África, algunos de los lugares que exploró fueron: Botswana, Luanda, Angola, Mozambique; además, conoció el Desierto de _____________, los lagos Ngami, Nyasa y Tanganica así como las Cascadas de _____________, a las que renombró como las cataratas _____________, en honor de la reina del Imperio Británico. Después de este recorrido decidió abrir rutas misioneras y comerciales, para lo cual viajó a _____________ y solicitó ayuda económica para realizar sus siguientes expediciones. En su país fue recibido como un _____________ nacional, realizó varias conferencias y publicó en 1857 el libro: Missionary Travels and _____________ in South Africa, acerca de sus _____________, las cuales continuó los siguientes años con el financiamiento del gobierno británico y la Real Sociedad _____________. En 1862 falleció su esposa de _____________.

No obstante las intenciones pacíficas de Livingstone (conocimiento del continente, postura contra la trata de _____________ y tener relaciones amistosas con los pueblos indígenas), es necesario observar que tanto sus exploraciones como la _____________ que impulsó; permitió y justificó la colonización de África, ya que los europeos consideraban que la religión y la _____________ de los pueblos africanos eran inferiores y debían ser “civilizados” y cristianizados por una “cultura superior”, la _____________. Ello también implicó la explotación humana y natural del llamado continente negro. En su última expedición Livingstone habían pasado varios años sin dar señales de vida, por ello el periódico New York _____________ decidió encargar al periodista y explorador Henry _____________ que lo encontrará, lo cual hizo en las orillas del lago _____________, y al no lograr convencerlo de regresar a Inglaterra, le dejo provisiones y ambos siguieron sus caminos por separado. Livingstone falleció en 1873 de muerte _____________.

En su última expedición Livingstone habían pasado varios años sin dar señales de vida, por ello el periódico New York Herald decidió encargar al periodista y explorador Henry Stanley que lo encontrará, lo cual hizo en las orillas del lago Tangánica, y al no lograr convencerlo de regresar a Inglaterra, le dejo provisiones y ambos siguieron sus caminos por separado. Livingstone falleció en 1873 de muerte natural.

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