La sustitución de importaciones
En nuestro subcontinente las políticas económicas posteriores a la crisis de 1929 se basaron en un supuesto real: la imposibilidad de confiar en la expansión de las exportaciones de materias primas como motor del crecimiento. Esto porque los grupos dirigentes latinoamericanos optaron por el llamado “desarrollo hacia adentro”, o “sustitución de importaciones” y consiste en que el Estado incentiva el desarrollo industrial y económico mediante protección a las empresas nacionales, desarrollando así el mercado interno. Los resultados exitosos de esta opción desalentaron otras alternativas y mantuvieron el mismo esquema de desarrollo, aunque en los años 60 dicha política denotaba ya claras insuficiencias.
A pesar de todo, los problemas no eran percibidos como amenazas graves al modelo de crecimiento, sino como una tendencia al estancamiento o a un insuficiente dinamismo con crisis periódicas. Así, se buscaron algunas soluciones. Algunos gobiernos trataron de aumentar los mercados externos de sus productos nacionales mediante procesos de integración económica regional, buscando nuevos mercados, o ampliando la presencia de sus productos en los mercados del norte del Atlántico.
Construcción del Estadio Olímpico Universitario, 1950.
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Independientemente de dichas medidas, hubo algo que no cambió: la creciente intervención estatal en la economía y su corolario, el crecimiento de empresas públicas. En esta forma este esquema pudo conservar cierto grado de desarrollo. La expansión del mercado de petrodólares y la desregulación de los mercados financieros facilitaron el flujo de capitales extranjeros destinados a los países de América Latina.