Fin de la Guerra Fría y consolidación estadounidense
Desde inicios de la década de 1970, el régimen estadounidense encabezado por el republicano y conservador Richard Nixon comenzaba a mostrar señales de acercamiento tanto con la Unión
Soviética como con China, lo cual, aunque no terminaba propiamente con la Guerra Fría, si
permitía al país norteamericano tomar cierto liderazgo en las relaciones diplomáticas a nivel
global.
Sin embargo, en esa misma década empezaron fricciones importantes con países árabes derivadasdel visible respaldo de Estados Unidos al Estado de Israel. Cuando en 1973 estalló el conflicto
bélico entre Israel, Egipto y Siria, el apoyo estadounidense a las tropas israelitas sería respondida
por un embargo petrolero al país norteamericano, que causó un notorio efecto en la población, y
destacó la relevancia que el petróleo había cobrado en la economía internacional. Tras la tregua
de los países en conflicto, el tema del petróleo no desapareció como evidenció la caída del Sha de
Irán en 1979, régimen que era respaldado por los Estados Unidos, así como los recurrentes
enfrentamientos entre Israel y los países árabes.
En medio de esos conflictos internacionales, el régimen estadounidense dio un notorio viraje con la llegada a la presidencia del republicano Ronald Reagan, quien impulsó el alejamiento del Estado
de asuntos económicos, sociales y culturales, lo que se tradujo en la eliminación de partidas
presupuestales, patrocinios y subsidios en renglones como salud, educación y cultura y otros
programas sociales. A su vez, hubo fuertes alicientes para el desarrollo del capital privado. En
conjunto esas medidas son conocidas como neoliberalismo, y tuvieron un paralelo importante en
Gran Bretaña, dirigidas por la entonces Primera Ministra Margaret Tatcher.
A su vez, Reagan retomó un discurso belicoso contra el bloque comunista, e intervino en conflictos donde consideraba que la influencia soviética podía extenderse, como fueron los casos de
Nicaragua y El Salvador. Sin embargo, la llegada de Mijail Gorbachov y sus medidas reformistas en
la Unión Soviética cambiarían el carácter de las relaciones entre estas potencias, cuyos líderes se
reunieron en varias ocasiones. Sin embargo, el bloque comunista entró en un acelerado proceso
de reforma, crisis y disolución, que culminó con la desaparición de la URSS a finales de 1991. El
suceso, causó gran impacto a nivel mundial, pues con la sorpresiva desaparición del gigante rojo
daba término la prolongada Guerra Fría y colocaba a los Estados Unidos como líderes indiscutibles
en términos económicos y políticos a nivel internacional. Ese nuevo contexto impulsaría la
globalización política y económica que aún prevalece en nuestros días.

“Nixon de visita en China”, Byron E. Schumaker (1972),
Fuente: insert_link Wikimedia Commons.

“Ronald Reagan, George Bush y Mijail Gorbachov”, White House Photographic Office, (1988),
Fuente: insert_link Wikimedia Commons.
Para el régimen estadounidense implicaría varios retos. A nivel internacional, tendría que enfrentar el conflicto con el mundo árabe, mismo que les ha tomado décadas y ha tenido
episodios lamentables como los sucesos del 11 de septiembre de 2001 y la posterior guerra contra
Afganistán e Irak. Al interior, ha tenido notorios avances en materia democrática, con la llegada de
un afroamericano a la silla presidencial. Sin embargo, en los últimos años, con la llegada de Donald Trump a la presidencia, se han hecho patentes
prácticas poco transparentes en materia electoral, así como la polarización de la sociedad civil,
entre quienes exigen la concesión y defensa de derechos civiles, y quienes aún hoy en día
promueven discursos de odio, contra las minorías étnicas y los migrantes.

Barack Obama y su familia durante su toma de posesión en 2009. Master Sgt. Cecilio Ricardo (2009),
Fuente: insert_link Wikimedia Commons.