Los años de la guerra fría y la burocratización
Stalin murió en 1953, y con ello tanto la existencia de los gulags como el derramamiento excesivo de sangre disminuyeron. No obstante, el estado soviético y sus procesos políticos seguirían marcados por algunos efectos de la era estalinista. Uno de los más notorios era el exagerado engrosamiento de la burocracia del partido y gubernamental, lo que generaba que llevar a la práctica las decisiones tomadas en la cúpula partidista tomaba un proceso cada vez más lento. Otro fue la permanencia de prácticas policiales de vigilancia para el control social y de la información. También fue difícil llenar el lugar de Stalin, y los líderes soviéticos que lo sucedieron, fueron infructuosos en detener en la burocratización del régimen, las luchas intestinas por el poder y el enriquecimiento de la élite gubernamental, conocida como nomenklatura, cuyos miembros crecientemente eran asociados con incompetencia y corrupción.
A su vez, la economía soviética tras su etapa de álgido crecimiento comenzó a estancarse en los años sesentas. Su enfoque en la industria metalúrgica y energética aunque le brindaba cuantiosos ingresos, descuidaba el desarrollo en otro tipo de industrias, particularmente de artículos de consumo cotidiano. De ahí que tuviera que recurrir a un cada vez mayor volumen de importaciones, estableciendo una relación de dependencia hacia la economía internacional. Años atrás, su aislamiento del panorama económico internacional había dado una impresión favorable a la URSS, sobre todo en los años de la gran depresión. En 1960 no sólo era más dependiente en términos económicos, sino que los logros soviéticos eran opacados por los vistosos años sesenta de occidente, caracterizados por el despegue de consumo material con la diversificación de múltiples productos, desde vestimenta, electrodomésticos, música y telecomunicaciones. Además, las nuevas generaciones soviéticas, ya no se conformaban con los mínimos de bienestar ofrecidos por la economía soviética, malestar que cundió sobre todo entre los sectores educados, mismos que debido al desarrollo de la educación superior en la URSS, resultaban numerosos.

Imagen: “Leonid Brezhnev, primer secretario del Partido Comunista soviético entre 1964 y 1982”, Ulrich Kohls (1967).
Fuente: insert_link Wikimedia Commons.

Imagen: “Aleksei Kosigyn, presidente del Consejo de Ministros 1964-1980”, Glassboro Summit Conference, (1967).
Fuente: insert_link Wikimedia Commons.
La era post- Stalin coincidió en gran medida con la llamada Guerra Fría, conflicto y tensión ideológica entre las dos grandes potencias triunfadoras en la Segunda Guerra Mundial: Estados Unidos y la Unión Soviética. Tras la guerra la esfera de influencia del gigante rojo se había ampliado a toda Europa Oriental, lo cual era visto como una amenaza por el régimen estadounidense que temía que los vientos comunistas se extendieran aún más. Durante esos años los temores sobre la posible destrucción mutua de las potencias, se adueñaron del imaginario público e impregnaron todo tipo de medidas políticas y económicas de una y otra parte para evitar el avance de su contrincante.
En el periodo de Guerra Fría la Unión Soviética si tuvo un claro interés por hacer demostraciones de poder ante el mundo occidental, especialmente en el terreno de la ciencia, la tecnología y el armamento, lo que llevó a la carrera espacial, así como a momentos acuciantes como la llamada “Crisis de los misiles” en 1962, por la que durante algunos días los ojos del mundo temían atestiguar el inicio de la tercera guerra mundial. Sin embargo, el poder internacional ejercido desde Moscú era más relativo que absoluto. Algunos países habían adoptado el sistema comunista sin apoyo de los soviéticos, como fue el caso de China, Indochina y algunas ex colonias africanas, mientras que otros que si habían surgido bajo su hado rompieron eventualmente sus lazos con ellos, como fue el caso de Yugoslavia.
En síntesis, entre 1953 y los inicios de la década de 1980, tras la apariencia de un Estado fuerte, el régimen soviético se desmoronaba interiormente.