La Segunda revolución industrial e Imperialismo

La Segunda revolución industrial se caracterizó por grandes invenciones y aplicaciones en la producción y en la vida cotidiana. Este desarrollo tecnológico se llevó a cabo en cuatro ramas: el acero, la electricidad, la química industrial y el petróleo.

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La Segunda revolución industrial e Imperialismo

Introducción

El impulso de la ciencia y la tecnología, que se da a pasos acelerados durante el siglo XIX, no se presentó en todos los países, ni al mismo tiempo o ritmo; ambas actividades alcanzaron mayor incremento precisamente en las naciones de capitalismo más avanzado, donde se daban las condiciones más adecuadas para su desarrollo.

Aunque la revolución comienza en Inglaterra, en su segunda etapa las ciencias tuvieron un gran crecimiento en Francia, como consecuencia de la revolución política iniciada en 1789. También hubo desarrollo científico-técnico en otros países capitalistas como de Europa y en Estados Unidos. Por lo que en esta segunda etapa la Revolución Industrial se expandió no sólo hacia otros territorios, sino también a otras áreas de la vida y el conocimiento humano.

Segunda revolución industrial

La Segunda revolución industrial se caracterizó por grandes invenciones y aplicaciones en la producción y en la vida cotidiana. Este desarrollo tecnológico se llevó a cabo en cuatro ramas: el acero, la electricidad, la química industrial y el petróleo. Las ciencias físicas no sufrieron grandes cambios, salvo el caso de la electricidad, que tuvo repercusiones técnicas inmediatas. En cambio, en la química hubo avances mayores, fundamentalmente por motivo de su estrecha relación con la industria.

Este incremento poderoso de la tecnología sentó las bases para el desarrollo del Imperialismo. El Imperialismo no es un nuevo modo de producción, sino una fase del modo de producción capitalista. Tiene cinco características principales que aquí ilustramos en un esquema:

A diferencia de la etapa de libre competencia, en la cual Inglaterra era la gran potencia, en los años de despegue del Imperialismo, otros países pugnan también por la posesión de mercados y territorios. La brecha inicial entre Gran Bretaña y los demás países capitalistas se ha reducido pues podemos enumerar como países competidores a Francia, Alemania, Estados Unidos, Japón y en menor medida Holanda, Bélgica y Rusia.

Imperialismo y colonización:

Se pueden distinguir tres grandes fases en la historia del colonialismo:

Aunque el término colonización se refiere a la acción emprendida por grupos humanos sobre un territorio alejado de su lugar original, esta palabra aparece en una situación histórica concreta. Se ubica en la extraordinaria expansión europea de la segunda mitad del siglo XIX, en sus distintas manifestaciones: emigración, exportación de capitales, explotación de las tierras y los pueblos colonizados, dominación política y hegemonía cultural.

El colonialismo tiene los siguientes rasgos:

a) Dominación por parte de una minoría extranjera, quien ejerce una pretendida superioridad racial y cultural sobre una mayoría nativa.

b) Contacto entre dos civilizaciones distintas: una, de religión cristiana, de economía y tecnologías avanzadas y ritmo de vida acelerado; la otra, no cristiana, con tecnología rudimentaria, economía agraria de subsistencia y un ritmo lento de vida.

c) La civilización europea capitalista se impone en todos los órdenes sobre la cultura autóctona, mediante la normativización de prácticas occidentales en la organización política, administrativa y social.

El colonialismo imperialista es la continuación del dominio ejercido por las potencias europeas en Asia, África y algunas partes de América. Paralelamente se desarrolló el llamado neocolonialismo tras la independencia de las colonias españolas en Latinoamérica. Se caracteriza por el dominio que las grandes potencias ejercen sobre ­los países débiles. Los países dominados cuentan, en esa forma, con una independencia política formal, aunque de hecho son dependientes económicamente, y también están subyugados en mucho en algunas cuestiones políticas. El ejemplo claro de este fenómeno histórico fue la lucha ­entre Inglaterra y los Estados Unidos por el control de América Latina en el siglo XIX, pero su ampliación es posterior a la II Guerra Mundial (1939-1945), a consecuencia de los movimientos de independencia de las antiguas colonias.

Volviendo al colonialismo, la penetración europea no fue igual en África que en Asia. En la primera fue una expansión típicamente colonialista con un crecimiento impresionante, pues si en 1875 los europeos ejercían su dominio el 11% del territorio africano, en 1902 ya lo hacían sobre el 90%.­ La penetración en Asia, por su parte, se caracterizó más por una estrategia de dominio comercial (mercados y suministros de materias primas), conservando en lo general las instituciones locales políticas y religiosas. Desde luego, no faltaron las conquistas territoriales ni los conflictos armados.

Portugal, que para entonces era ya un país colonial débil, propuso la convocatoria de una conferencia internacional que tuviera como objetivo discutir los principios sobre los que debería basarse el reconocimiento o no de las reclamaciones europeas sobre territorios africanos.

Otto Von Bismarck, premier alemán, retomó la iniciativa. En esta forma, entre noviembre de 1884 y febrero de 1885, se celebró en Berlín una conferencia sobre el África occidental a la que asistieron todos los Estados europeos ­en el continente, más los Estados Unidos y el Imperio Otomano.

¿Crees que acuerdos como el Acta de Berlín tomaban en cuenta los intereses, derechos y opiniones de las regiones colonizadas?

Los acuerdos se formalizaron en el Acta de Berlín de 1885. En ellos, se reconocía la autoridad de Leopoldo de Bélgica sobre el Congo- que se convirtió en el Estado independiente del Congo-, se declaraban las cuencas ­del Congo y del Niger zonas de libre comercio y se afirmaba la voluntad de todos los signatarios de suprimir la esclavitud y “difundir la civilización”. A partir del tratado, las adquisiciones territoriales debían anunciarse formalmente, y no se reconocerían a menos que la potencia que presentaba la reclamación pudiera demostrar que tales regiones estaban siendo efectivamente ocupadas.

Mapa de política imperialista Siglo XIX

Imagen: Colonización imperialista alrededor de 1900. Ishvara7 at English Wikipedia (2007), Wikimedia

Aunque la conferencia de Berlín no había sido convocada originalmente con el propósito expreso de dividir África, en realidad dio la señal para que se iniciara el reparto. La doctrina de la ocupación efectiva introducía un nuevo elemento de urgencia, pues ya no bastaba que una potencia imperial repitiera antiguas declaraciones de posesión. Ahora debían ir acompañadas por la presencia de hombres en el territorio para ser reconocidas por los demás.

Habría que preguntarse lo que pensarían los habitantes de África de tales “acuerdos” y “repartos” realizados a sus espaldas y contra sus intereses.

El desarrollo de las comunicaciones, un factor tecnológico

En el siglo XIX, tanto los transportes como las comunicaciones experimentaron un avance sin precedentes.

Como sucede en la mayor parte de las invenciones, la del ferrocarril tiene varios antecedentes: ya en el siglo XIX, los trabajadores de algunas minas se percataron de que los carros cargados se desplazaban con mayor rapidez si las ruedas giraban guiadas por un carril hecho de planchas de metal, lo que reducía el rozamiento. Esos carriles se usaban exclusivamente para transportar los productos hasta el río más cercano.

La Revolución Industrial exigía formas más eficaces de transportar las materias primas hasta las fábricas y a su vez trasladar los productos terminados. De esa obvia necesidad se derivaría la invención correspondiente. George Stephenson partió de la máquina de vapor, inventada por James Watt, y diseñó su primera locomotora en 1814. A partir de este primer diseño se fue perfeccionando la locomotora, lo cual convenció a capitales privados y gobiernos a invertir en este medio de transporte, tanto de pasajeros como de carga.

En la década de 1830, se incrementó la construcción de vías férreas entre ciudades, tanto entre Inglaterra como en la Europa Continental.

Fuente: Locomotora y vagones de carga, Bulgarian Archives State Agency (ca.1883-1909), Wikimedia

Respecto a los barcos, la primera vez que se utilizó la máquina de vapor para propulsar una embarcación fue en 1786, cuando el inventor estadounidense John Fitch botó un barco pequeño de vapor en el río Delaware. Este primer diseño fue perfeccionado y otro barco pudo navegar a una velocidad superior a 10 kilómetros por hora en 1788. Fue Robert Fulton quien construyó su primer buque de aspas circulares (1807).

El primer barco de vapor que atravesó el Océano Atlántico fue un buque correo denominado Savannah, que zarpó de la propia Savanna, en Georgia, Estados Unidos, con destino al puerto inglés de Liverpool. No fue hasta 1840 que fue instituido un servicio regular.

El vapor, que fue el detonante de la revolución de los medios de transporte, aseguró el abaratamiento de dichos medios, lo que incrementó la movilidad de la población. De hecho, las grandes migraciones no se pueden explicar sin tomar en cuenta estos cambios.

Búsqueda de nuevos mercados y exportación de capitales

El Imperalismo del siglo XIX implicó el desplazamiento de la libre competencia por la creación de monopolios que a su vez consolidaron el poderío económico y político de oligarquías. La exportación masiva de capitales se convierte en la tendencia fundamental del Imperialismo para mantener tanto la tasa de beneficio como el proceso de acumulación capitalista.

La colocación de capitales en otros países, junto con la necesidad de mercados y zonas de influencia para la obtención de materias primas y mano de obra baratas, propiciaron la lucha, y en ocasiones la fusión de las grandes asociaciones monopolistas para el reparto económico del mundo, así como el recrudecimiento de la rivalidad entre las principales potencias, que llevaron a cabo una política colonial en busca de nuevos repartos territoriales.

Varios factores nos pueden explicar la necesidad de los países capitalistas por ejercer un dominio en el resto del mundo: la expansión industrial, la transformación del capitalismo de libre competencia en capitalismo monopolista y el proteccionismo implantado por las grandes potencias.

Las condiciones eran propicias, puesto que el desarrollo de los medios de comunicación y de transporte podía cubrir el mundo, a grado tal que por primera vez en la historia podemos hablar realmente de un mercado mundial.

Lo anterior significa que los países más avanzados intentaban proveerse de materias primas baratas, obtener productos de consumo progresivo (como café, azúcar, tabaco, etcétera), y al mismo tiempo controlar mercados cada vez más amplios.

Consideremos que también aumenta la necesidad de exportar capitales, que en su país de origen son cada vez menos rentables, ya que los capitales tienden a emigrar hacia las zonas donde las ganancias son más altas, es decir, los países no industrializados, en los que el predominio de las explotaciones mineras y plantaciones y el bajo nivel de los salarios,permiten un margen de beneficios más elevado. Los créditos a los Estados no industrializados y las inversiones privadas en ellos exigen un control permanente de la zona de inversión, lo que conduce a una revaloración del colonialismo.

En los países colonizados, la llegada de mercancías extranjeras inhibe el desarrollo de la producción interna y establece su dependencia al capital internacional.

Conclusiones

Dos procesos históricos que se desarrollaron de manera casi paralela fueron la Segunda revolución industrial y el Imperialismo, con el tiempo ambas se influyeron de diferentes formas e implicaron el colonialismo europeo de amplias regiones de Asia y prácticamente de todo el continente Africano y Australia, ya que en el primero se trató básicamente de una penetración comercial, en contraste, con lo acontecido en los territorios africanos y australianos que fueron dominado territorial, política, económica y culturalmente por los europeos. En ambos casos el desarrollo industrial, el avance tecnológico en los transportes, incremento de capitales y búsqueda de mano de obra barata y materias primas, derivados de la Segunda revolución industrial fueron algunos de los hechos que influyeron en la expansión europea, la expansión imperialista del siglo XIX no se puede explicar sin tomar en cuenta estos cambios.

Autoevaluación

Revisa las siguientes oraciones y completa con la palabra que corresponde a cada una con base en lo que leíste en texto estudiado.

MIGRACIONESIMPERIALISMO COMERCIALFERROCARILSTEPHENSONDELAWAREBERLÍNESTADOS UNIDOSCOLONIALISMO

1. Es un modo de producción o fase del capitalismo: _____________.

2. Nombre del país americano que inicio su desarrollo industrial durante la Segunda revolución industrial: _____________.

3. Se caracteriza por: dominación política, emigración, hegemonía colonial y explotación natural y humana de diversos pueblos, es el _____________.

4. La penetración europea en Asia en el siglo XIX se caracterizó por el dominio _____________.

5. Nombre de los acuerdos que a iniciativa del canciller von Bismarck suscribieron las potencias europeas para repartirse la África occidental: Acta de _____________.

6. Es parte del trinomio en trasportes que experimento un gran avance en el siglo XIX: Buque, telégrafo y _____________.

7. Inventó la locomotora en 1814: George _____________.

8. En este río norteamericano el inventor Fitch navegó en 1786 con el primer barco de vapor: _____________.

9. Los inventos del siglo XIX propiciaron las grandes _____________ en el siglo XIX.

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